La Ciudadanía mexicana en general ya está cansada de la delincuencia, inseguridad y violencia  y de la ineptitud, ceguera  y corrupción de los gobiernos de todos los niveles.


Estamos cansados y estamos en marcha para quietarnos de encima a la clase política de todos los partidos que tiene un pacto inconsciente e incluso consciente por mantener un estado de prebendas en los que solamente se favorece a los políticos, a los ricos y a los capos de la delincuencia, que parecieran ser, a final de cuentas, las mismas personas. 


"La Caravana del Consuelo sirvió no sólo para esparcir ese auxilio espiritual sino que propició la efusión de muchos dolores, mucho temor, mucha impotencia contenidos. A su paso acudieron deudos de víctimas a los que nadie hace caso: hijos que buscan a sus padres, madres que lloran a sus hijos. Es imposible reducir a un censo, porque suman centenares, los casos de familias afectadas por el daño que las autoridades juzgan lateral derivado de la acción del gobierno contra las bandas criminales o de los enfrentamientos entre éstas, o de la violencia común y corriente, posible por la impunidad que ha sido lacra permanente. Convertida en un foro ambulante, la Caravana del Consuelo recogió exigencias locales provocadas por abusos que en apariencia no son violentos y no matan pero ponen en riesgo la integridad de las personas y sus derechos a un ambiente sano" (Granados Chapa, Reforma 12 de junio de 2011).


El gobierno federal y sus medios de comunicación afines, trataron de descalificar la Marcha del Consuelo. Con ello demuestran su absoluta falta de compasión y su cínico interés político. Las estrategias populares, se extienden con inteligencia y cada vez estamos mejor comunicados y con deseo de establecer redes eficacez que nos permitan realizar un cambio político profundo como ciudadanos, tanto en el Sistema como en la concepción de nuestra participación colectiva.


Si queremos un México mejor, debemos hacer creciente un movimiento social que tienda a expulsar del poder a los corrompidos.

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