Corrupción Panista

A continuación reproduzco, por no tener desperdicio, el brillante artículo del día de hoy de Miguel Ángel Granados Chapa en el Periódico Reforma, en donde se relata con claridad la gran corrupción que existe en el gobierno panista y que está superando los niveles de la que hemos sufrido los mexicanos con el PRI.

PLAZA PÚBLICA. PAN: premiar la corrupción
Miguel Ángel Granados Chapa
1 Mar. 10


Mañana se anunciará la designación de Mario Ávila Lizárraga, candidato panista al gobierno de Campeche, perdedor en los comicios de julio pasado, como subdirector de la región marina sureste de Pemex-Exploración y Producción. Y está por anunciarse la designación de Jorge Luis Lavalle, coordinador de la fallida campaña de Ávila, como delegado en Campeche de la Secretaría de Desarrollo Social, cargo al que hace un año renunció el después candidato a gobernador, justamente para iniciar el proselitismo que, en nombre del finado Juan Camilo Mouriño, se esperaba lo llevaría a gobernar a los campechanos.


Ya estaría mal que cargos en la administración federal se utilicen para paliar heridas dejadas por derrotas electorales, lo que es también el caso del ex diputado local José del Carmen Rodríguez Vera, que perdió la alcaldía de Ciudad del Carmen también en julio pasado y ahora volverá a un cargo en la sede carmelita de la empresa petrolera nacional, mejor que el que tenía antes de sus aventuras políticas. Pero en el caso de Lavalle, y a través suyo, de Ávila Lizárraga también, no sólo se mitiga el adverso sino electoral, sino que se premia un comportamiento ilícito al que ya había beneficiado la impunidad.


Lavalle estuvo presente, al comienzo de abril pasado, en una reunión en que insólitamente se propuso a una empresa periodística violar la ley a cambio de obtener provecho financiero. El coordinador de la campaña de Ávila Lizárraga convocó a los representantes del Grupo Megamedios (editor del Diario de Yucatán y sus ediciones campechanas a una reunión en la oficina de Carlos Mouriño Terrazo, en el edificio donde opera el Grupo energético del sureste, propiedad de la familia de ese apellido, a que pertenecía el secretario de Gobernación muerto el 4 de noviembre anterior. Además de Lavalle estuvieron presentes el hermano mayor del funcionario finado y anfitrión de la junta, así como un visitante llegado de la Ciudad de México. Era Miguel Ángel Jiménez, director de la Lotería Nacional.


Sin embozo Jiménez anunció que pagaría -no con su dinero, sino con el de LoteNal- una pauta de propaganda del candidato del PAN a la gubernatura, cuyo representante se hallaba ahí. Los representantes del Diario de Yucatán, una institución en la vida civil de la península, rehusaron aceptar, no sólo por motivos éticos sino por conocer las leyes aplicables y saber que el arreglo propuesto implicaba un delito en cuya comisión no querían participar. Jiménez hizo más apetecible la oferta, acaso por creer que el personal del Diario sólo estaba chalaneando para obtener mayor ventaja: ofreció un contrato por tres años con la publicidad de la Lotería. Por supuesto ese ofrecimiento fue igualmente rechazado, aunque no implicara ilegalidad alguna, salvo por el contexto en que se planteaba.

El periódico hizo saber a la Presidencia de la República y a la del PAN esa tentativa, y también la cursó por los conductos legales, especialmente la Fiscalía especial para delitos electorales de la PGR. Nadie hizo caso de su denuncia, y hasta hubo quién se preguntara por las verdaderas motivaciones de los denunciantes, pues no cabía en la cabeza de los destinatarios del señalamiento que lo producía simplemente una recta conciencia profesional y empresarial. Pese a su testimonio, ninguna acción prosperó contra quienes propusieron quebrantar la ley, que seguramente tuvieron éxito en otros casos, pues Jiménez había acudido a Campeche para tratar la propaganda panista como si le concerniera directamente.


En apariencia, el desenlace fue negativo para los participantes en la intentona. Ávila no ganó y volvió a su despacho de asesoría fiscal. Tras un periodo sin empleo Lavalle se trasladó a la Ciudad de México a un cargo medio en las oficinas centrales de la Sedesol. Y Jiménez tuvo que pedir licencia primero y luego fue despedido de la Lotería Nacional. Todos fueron, por otra parte, afortunados porque no se investigó su conducta, que probablemente implicó distracción de recursos públicos federales en una campaña electoral local.


Pero como el PAN no sólo dispensa a los funcionarios o militantes corruptos, sino que los premia, Jiménez retornó a la vida pública. Convertido por magia en diplomático, hoy es el ministro consejero de la embajada de México en Londres, cargo al que lo invitó el embajador Eduardo Medina Mora, cuya insuficiencia como procurador General de la República fue recompensada con la representación mexicana ante la Corona británica. Y ahora Ávila Lizárraga será, como se dice en España, alto cargo en Pemex en su tierra natal, según se decidió el martes pasado. Lavalle a su vez asumirá de un momento a otro la delegación de Sedesol en Campeche.


Infortunadamente, esa línea de conducta no es excepcional en el funcionariado panista sino la regla. Una muy documentada investigación sobre corrupción en la administración panista de Pemex, especialmente en este sexenio, fue presentada apenas anteayer en la XXXI Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería, de la Universidad Nacional. Se trata de Camisas azules, manos negras, de la periodista Ana Lilia Pérez. El subtítulo del libro podría parecer escandaloso cuando no intenta ser más que descriptivo: "El saqueo de PEMEX desde Los Pinos". Una tercera parte de la pieza, de 320 páginas en total, está dedicada a examinar las conductas lesivas al patrimonio nacional en que incurrieron César Nava y Juan Camilo Mouriño, no castigados sino premiados por ellas.

¿QUEREMOS SEGUIR ASÍ?

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