¿MENSAJE CONCILIADOR?





El mensaje conciliador de Calderón, después de una campaña en la que denostó y calumnió a su principal oponente, sigue dentro del script mediático. Desea aparecer como el que "tiende puentes" y no como uno de los que generó la escisión que vive la colectividad mexicana. Hay que decir que Calderón estará por mucho tiempo en el imaginario popular representado por su belicosidad y no por su pacifismo. Hace apenas dos días sus principales voceros amenazaban con solicitar la pérdida de registro del PRD. El mensaje de concilicación entonces, está dirigido otra vez a los medios. Es cierto que hay un anhelo de que no haya guerra civil, de que la violencia no prospere, pero habrá de ser otro líder el que encabece esta esperanza.

El hecho de que exista un líder como AMLO no tiene que ver con la capacidad política de éste, sino con el descontento popular por la miseria social y el entreguismo gubernamental a los intereses financieros. AMLO solamente hizo eco con sus habilidades políticas de la demanda de justicia social que desde lo más profundo del imaginario colectivo está tomando fuerza. De hecho es más bien un líder pacificador.

¿Cómo podrá Calderón frenar los ímpetis de rabia fascista y revanchista contra la izquierda que incluso en su más cercana familia existe? ¿Cómo podra convencer de que tendrá "las manos limpias"? ¿Cómo podrá eliminar de la percepción de millones de mexicanos que hubo Fraude Electoral? ¿Cómo se librará de los compromisos con el capital internacional, con el PRI, con Salinas, con los caciques sindicales? Ni siquiera cuenta con fondos suficientes, pues buena parte del presupuesto ya está comprometida con la deuda externa disfrazada de interna.

Las demandas populares irán en aumento y pronto surgirán más líderes sociales intermedios, como Enrique Rueda o bien, otros como Marcos volverán a tomar fuerza. No será fácil apostar a la represión, que seguramente algunos ignorantes políticos, fascistas recalcitrantes del círculo de poder exigirán.

El movimiento social no depende de los líderes, sino de quienes ponen en ellos sus esperanzas.

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