CARISMA

Ya se le ha perdido el respeto al gobierno espurio.
Calderón no tiene credibilidad. Así lo han de indicar sus encuestas. Nadie le cree y en parte es consecuencia de sus propios actos de gobierno. No hay empleo, la inseguridad ha aumentado y sus promesas de mejoría económica “para vivir mejor” son incumplidas, manejándose solamente paliativos.
“Después de un declive, Andrés Manuel ha tomado rumbo y 27% de la población dice estar de acuerdo con él. Cuando la popularidad y la confianza por Calderón están claramente a la baja a pesar de más de 2 mil millones invertidos en propaganda (Ortiz Pincjetti, 30-12-07)”.
A pesar de que ha puesto un sinfín de recursos en operación para el mejoramiento de su imagen, Calderón no llega a ser un líder carismático.
Existe una faceta del líder que ha de ser explorada psicológicamente; esta es el carisma, entendido como una capacidad irrestricta de lograr identificación y apoyo inmediato entre seguidores leales y potenciales. En todo caso, el carisma es un fundamento que el líder posee para una mejor interacción de sus seguidores, para lograr una influencia tal, que se haga eficaz en el logro de las metas colectivas. Weber utilizó el término carisma por primera vez en lo que pudiera darse en llamar “sociología política”, para definir una cualidad extraordinaria, por lo cual es percibido como poseedor de fuerzas sobrenaturales o sobrehumanas. Esta virtud no solamente puede ser hallada en magos o líderes espirituales, sino también en políticos. Este científico social hacía también referencia a cierto tipo de “dominación carismática”, la cual como la influencia racional y tradicional, basa su legitimidad en ciertos argumentos particulares, donde la legitimidad carismática está dada por el reconocimiento de la gente de las características “especiales” de su dirigente.
Sin carisma y sin credibilidad, Calderón lleva a la derecha panista al precipicio.

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