En el colmo del cinismo, Felipe Calderón visita el hospital donde convalecen los niños que quedaron heridos después del criminal incendio de Hermosillo. Es claro y notorio que solamente le interesa el "control de daños", evitar que esta tragedia tenga un costo electoral para el PAN. Otra vez Calderón hace gala de su impulsividad y nos demuestra que sigue llevando al país al precipicio con un costo ya incontable de vidas en todos los frentes. Asesinados por paramilitares, supuestamente en una guerra contra el narco, muchos jóvenes caen asesinados, prisioneros políticos y desaparecidos, ahora agregan junto a ellos los muertos por la epidemia de influenza, producto de la negligencia genocida del gobierno panista, que también ahora provoca la muerte de bebés inocentes.
¿Con qué cara de cínicos llegan Calderón y su esposa a visitar a los heridos y a las madres dolientes por la muerte de su hijo? ¿Serían capaces Calderón y Zavala de entregar al cuidado de una de esas guarderías subrogadas a sus parientes y amigos a sus propios hijos?
Esta es una más de las consecuencias terribles de la corrupción panista. La entrega de los servicios de salud a favorecidos del PAN, incluso vinculados con la cúpula panista. Intenciones totalmente perversas y genocidas de poblar una élite política y económica de personas que reclamaban al PRI un espacio en el poder, ahora se ve bien, no por moral cristiana, sino por envidia destructiva.
Esto es análogo a los criterios nazis que imperaron en Alemania de 1933 a 1945 para el cuidado de infantes, asignando a favorecidos políticos las guarderías.
¿Cuánto tiempo más tenemos que seguir soportando este régimen?
¿Hasta dónde tenemos que ir con esta conducción política desastrosa y autoritaria?
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