Pongamos nuestra parte

La obsesión paranoide, que inicio por un intento maníaco de legitimación, que el gobierno federal, encabezado por Felipe Calderón, inició en diciembre de 2006, no ha cesado y los resultados han sido adversos, sin embargo, se repite una y otra vez la misma fórmula. Locura.

¿Por qué no se ha impedido, mediante la educación y el empleo que los jóvenes engrosen el ejército de sicarios? Porque del otro lado hay el interés de engrosar un ejército represivo.

¿A quién conviene esta estrategia belicista? obviamente a quien de un país inestable obtiene provecho, a las empresas trasnacionales que requieren fábricas con salarios bajos y un ejército de desempleados a sus puertas.

Hay que ver la comparación entre lo que cuesta equipar a un soldado y lo que cuesta educar a un alumno de licenciatura. ¿Por qué no se abren las plazas necesarias en las universidades públicas en vez de gastar en represión?

Sin duda, existe un interés perverso, bien ubicado en la Secretaría de Seguridad Pública Federal de no favorecer conductas adaptativas de jóvenes, pues ¿quién se interesaría en ser policía si hay otras oportunidades mejores de servir a la sociedad?

Es importante pasar a acciones de resistencia civil, que impidan que se siga alimentando al animal represor y que podamos educar a nuestros jóvenes. Pongamos nuestra parte.

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