Poder y Bondad


El poder enloquece. Ha hecho que muchas personas pierdan sus valores. Es cosa de ver los discursos del pasado y contrastarlos con los actuales. La adulación transforma el espíritu de servicio - si hubiera existido -, en omnipotencia narcisista.

La democracia que se sustenta en una clase política compuesta por narcisistas malignos, no es en realidad democracia. Elegimos a quienes reflejan nuestras proyecciones de las peores aspiraciones de poder. Debiéramos identificarnos con un espíritu de bondad antes de elegir, rechazar nuestro anhelo de poder y dar paso al amor por nuestros semejantes. Solamente así podremos poryectarnos en personas buenas para gobernar.

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