El cinismo como política de Estado.



En épocas recientes, el presidente Peña en México ha demostrado que comportarse cínicamente es una política de Estado encaminada a producir resignación en el pueblo. Esto parte de la creencia de que el pueblo al sentirse subyugado lo único que podrá hacer con su coraje es esperar a encarecer el voto que vende en cada elección.
¿Acaso no tiene dignidad la gente que vende su voto? Pudiera pensarse que su actitud es muy simple, “me desquito del gobierno al vender mi voto y hacerle que le cueste mi manutención” “me desquito de los gobernantes corruptos trabajando en una economía informal en la que no pago impuestos”. Esto lamentablemente también es un pensamiento cínico.
Pero en esta ecuación el perjudicado es el pueblo que piensa así. ¿Cómo puede un movimiento político a favor de la Honestidad revertirlo? Con una educación popular, casa por casa, en la que se inculque la visión de un nuevo Estado, de un nuevo orden de cosas en la que no tengamos que actuar cínicamente contra un gobierno cínico. Pareciera que no basta con denunciar al gobierno, sino que se hace necesario denunciarnos a nosotros mismos como una contraparte de la fórmula de la corrupción.
Por otro lado, es cierto que este cinismo del gobierno de Peña es una estrategia más de violencia política. Constituye una acción desmoralizadora en contra de la psicología popular, que conduce a sentimientos de impotencia. ¿Cómo revertirlo? Pareciera que debemos trabajar en el convencimiento al pueblo de que hay que admitir que nos han sumido en esa impotencia y que lo que hagamos de aquí en adelante puede contar para realizar un Cambio Verdadero.
Debemos denunciar el cinismo y lograr que la gente admita que el Estado con su violencia la ha sumido en una situación de impotencia que solo puede combatir al abstenerse de seguir siendo cínico, es decir, negarse a vender el voto y a ser copartícipe de un régimen corrupto.
Una de las formas más poderosas de enfrentar esta violencia de Estado es negarse a vender el voto y exigir rendición de cuentas. Vayamos casa por casa con este mensaje.


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