Cuando se enfrentan políticos que son narcisistas malignos,
la envidia y la impulsividad dan a conductas violentas. En México se está en
riesgo de que de manera abierta los equipos de campaña del PRI y del PAN en su
contienda interna “prianista”, cometan actos violentos. Esto remite a
situaciones en las que camarillas violentas como fueron los bolcheviques, los
nazis y los revolucionarios mexicanos de 1917, se confrontan y asesinan.
Hoy en las elecciones de julio de 2018, el riesgo es muy
grande, pues siempre que se pone en disputa un proyecto de país – la Historia
lo ha demostrado – la violencia aflora.
Se ha creado en México una gran clase política que toma esta
actividad como un modus vivendi en el que está presente un triángulo perverso
de impunidad – corrupción – abuso de poder. En cualquier nivel de la política
esto se observa. Y si un grupo político afecta a otro en algún lado de su
triángulo, pronto surgen las acciones agresivas y violentas. Sobre todo si se
está asociado a la delincuencia organizada que no valora en nada la vida humana
y que incluso tiene como religión a la muerte.
¿Cómo frenar esto? Los ciudadanos tenemos una gran
responsabilidad de darnos elecciones pacíficas y conjurar la violencia. Ir a
cuidar las casillas y todo el proceso electoral, así como prevenir los fraudes
electorales contra quien sea es de la mayor importancia. Pero también debemos
hacer valer nuestro voto con una vigilancia más activa de los servidores públicos.
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