Un votante puede votar por miedo cuando durante la campaña
política uno de la tores directos o sea partido político o candidato,
indirectos como puede ser un grupo social afectado por el triunfo de una
persona inaceptable por el Estado o incluso un Estado o actores extranjeros,
envían mensajes que producen miedo a la opinión pública.
El miedo es lo que hace que el ser humano y muchos mamíferos
tiendan a ser violentos. El acoso cibernético es una forma de violencia y pone
en la actualidad de manifiesto la magnitud del miedo en la población.
En los medios de comunicación masiva (periódicos, revistas,
radio y televisión) e incluso en las
redes sociales se confrontan partidarios duros y pagados, que influyen a
personas obedientes a directrices de cada adversario con las que pueden estar
identificados. Por ejemplo, están los grupos sociales de pensamiento
autoritario, que basan su discurso más en la memorización de lo que sus formadores
de opinión afines han dicho y repetido constantemente mediante propaganda
mediática constante. En estas personas existe una fuerte tendencia a no
integrar la información y producir una opinión propia, sino que aíslan la que
se les ha vertido y toman como propias y aceptables las opiniones de esos portavoces.
El miedo que han asimilado debido a la propaganda de hechos violentos hace que
crean que lo mejor es que haya una autoridad fuerte que se imponga y gobierne.
La comunicación masiva funciona más como reforzador de
actitud y conducta que como agente de cambio de actitud (Kinder, 2003).
Un cuestionamiento alterno se refiere a como los ciudadanos
que están aparentemente desligados de información política (Ladd y Lenz, 2011),
pueden relacionar situaciones de alta ansiedad social que promueven campañas de
miedo a generar un comportamiento deseado en ese sentido
Altmeyer (2004) y otros estudiosos de la Psicología
Política, han demostrado que el miedo tiende a provocar en las personas una
tendencia hacia el pensamiento autoritario. Esto fue lo que pasó en la Alemania
Nazi y en la Guerra Civil Española; crear miedo en las personas para luego
ubicar a un supuesto enemigo al que hay que aplicarle represión por parte de un
gobierno autoritario.
Se supondría que un votante miedoso votará por un gobierno
autoritario que le “defienda” de amenazas que han surgido en el imaginario
social por medio del uso excesivo de la propaganda política. Un gobierno de
derecha autoritario seguirá promoviendo el miedo en la población para que
pretendidamente vote por él.
Las campañas para generar voto por miedo, están bien
diseñadas en ese sentido. Es una tarea profesional que ciertos despachos de
comunicación política realizan a pedido de algún interesado en obtener votos a
través de esta estrategia o de restarle votos a cierto candidato o partido
indeseable.
En México, de acuerdo al artículo 41 de la Constitución
Federal, “Los partidos políticos tienen como fin promover la participación del
pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de
representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el
acceso de éstos al ejercicio del poder público…”. Sin embargo, en muchas
ocasiones los partidos políticos, como parte de la llamada “guerra sucia”, establecen
como una de sus tareas fundamentales propagar el miedo en la población.
La existencia de ciertos valores en el electorado resta
influencia a la propaganda del miedo. Todo lo que se consiga en la educación
para la paz, frena la intentona de los propagandistas políticos del terror. Si
se piensa que con el ejercicio democrático se evita la violencia, el votante
puede estar más decidido a acudir a las urnas.
Altmeyer, R. (2004). The other “Authoritarian Personality”. En Jost, J. y Sidanius, J.
(2004). Political Psychology. New York, Psychology Press.
Kinder, D. (2003).
Communication in Politics in the Age of Information. En: Sears, D., Huddy, L. y
Jervis, R. Oxford Handbook of Political
Psychology. New York, Oxford university Press.
Ladd, J.,
& Lenz, G. (2011). Does Anxiety Improve Voters' Decision Making? Political
Psychology, 32(2), 347-361. Retrieved from http://www.jstor.org/stable/41262900
Comentarios
Lo que sí es que no podemos quedarnos de brazos cruzad@s y preguntarnos al menos desde dónde podemos participar, dónde es nuestro ámbito real de acción desde la cotidianidad, no desde las elecciones.
En terapia de pareja pensamos que podemos actuar desde la Honestidad, la Equidad en la relación y no quejarnos de Trump, cuando nosotr@s terminamos siendo autoritarios en la relación.